lunes, 15 de septiembre de 2008

De un lunes en Buenos Aires

Seguro que seria mucho mejor dejar de escuchar el ruido del ventilador, el agite de la carcasa plástica. Dormir de un solo tirón para no despertar en medio de la noche pensando en la mañana. Hay un sudor helado y ese dolor de garganta en pleno verano. Y cuando me estoy por dormir aparecen las imágenes del día y se repite alguna frase hasta perder el sentido. Nunca cambia demasiado. El silencio del subte en la hora pico y su olor a invierno, las siempre presentes ganas de dormir una siesta y mas o menos las mismas caras.
La noche pierde ese algo místico. De pronto no tiene nada. Se parece a una solitaria espera, siempre muerto de sueño, sentado en un bar jugando con el azúcar que quedo en la taza, o tirado mientras una luz acuada empieza a fichar en las avenidas. Tal vez sirva de consuelo adelantarse al despertador y apagarlo antes de que suene.

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